En las profundidades de la sierra oaxaqueña yacen los restos de lo que fue un albergue para niños salvajes. En 1986, Juan Felipe de Jesús, un sacerdote
psicoanalista, documentó en decenas de cintas de video el áspero proceso para reincorporarlos a la sociedad, proceso que se vio interrumpido por un trágico incendio que marcó el destino de Juan Felipe y los niños ferales, y sobre el que el pueblo más cercano aún guarda un misterioso silencio.